La narcomansión que alojó a un presidente

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Dos de las familias más influyentes de Guadalajara se alojaron, en épocas diferentes, en  la que, quizá, sea la residencia más famosa de la ciudad.

La mansión ubicada en el #881 de la calle Lope de Vega, en la colonia Jardines del Bosque, fue sede de sucesos que marcaron la historia moderna de la pujante metrópoli de Occidente.

Su fama se debe a que en una de sus habitaciones aconteció un doble asesinato que destapó toda una trama internacional relacionada con el tráfico de drogas.

Los protagonistas de este terrible hecho fueron Rafael Caro Quintero, capo que llegó a inicios de la década de los ochenta a Guadalajara como un respetable empresario sinaloense y con el transcurrir de los años extendió su influencias criminales; el otro personaje de la historia fue Enrique ‘Kiki’ Camarena, agente de la DEA que se filtró en el cártel más importante del país en esa época para poder atrapar a sus cabezas.

Se dice que al conocer la verdadera identidad de Camarena y del piloto fueron trasladados a la mansión para torturarlos y ejecutarlos.

Los restos de las víctimas fueron arrojados en terrenos baldíos no muy lejos de la residencia.

Antes de convertirse en la sede del Cártel de Guadalajara, la vivienda perteneció a Rubén Zuno Arce, hijo del ex gobernador de Jalisco José Guadalupe Zuno Hernández. 

Debido a su diseño vanguardista, lujos y su discreta ubicación, la casa era atractiva para cuando Luis Echeverría Álvarez, entonces Presidente de México, decidía pasar unos días de descanso.

Elegía a la capital de Jalisco porque su esposa, María Esther Zuno, era hermana del propietario y podían estar temporadas sin estar evadiendo a la prensa.

En notas de medios locales se mencionó que en una de las habitaciones sirvió alguna vez como dormitorio de un presidente de México. 

Zuno Arce decidió vender la propiedad en 1984 a una persona que se identificó como el doctor Rubén Sánchez Barba por 70 millones de pesos, pero en realidad era un prestanombres de Caro Quintero.

Sánchez Barba se ostenta como dueño de la finca, ya que mediante un amparo se evitó regresarla a la familia Zuno, quien argumentó que jamás se les pagó la totalidad del dinero pactado.

VER: Las modelos relacionadas al prosticatálogo del ‘Chapo’

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