A sus 475 años de existencia Guadalajara ha logrado formar una identidad propia sustentada no sólo en costumbres, ideología y acciones sino también en la gastronomía.
Además de sus platillos típicos, Guadalajara cuenta con postres que han tomado mucho arraigo entre sus habitantes y que son la delicia para chicos y grandes.
En el primer lugar no podía faltar la Jericalla, postre hecho de huevo y leche que fue creado a principios del siglo XIX por una monja encargada de la cocina del Hospicio Cabañas.
Un postre tradicional son las nieves raspadas del Parque Morelos donde existen varios negocios en los que puedes degustarlos. De los sabores ni te preocupes, hay decenas de almíbares para los gustos más exigentes o excéntricos, incluso puedes combinarlos.
El barrio del Santuario ofrece un postre tradicional hecho a base de una tortilla de harina dorada en aceite y endulzada con miel. Su textura crujiente y su sabor a provincia lo ha convertido en una tradición.
Este barrio de Guadalajara aporta los dulces de Jamaica, leche y tamarindo elaborados de manera artesanal y que pueden ser adquiridos en los alrededores del Santuario de Guadalupe.
Para refrescar las tardes de calor después de tomar los alimentos están las nieves de garrafa que tradicionalmente se hacían de tres sabores: limón, vainilla y fresa.
Ahora es posible degustar nieves de muchos sabores y de frutas exóticas, pero claro siempre conservado la receta y el procedimiento tradicional.