A casi tres años de permanecer recluidas en el penal federal femenil de Coatlán del Río, estado de Morelos, acusadas de delincuencia organizada, portación de arma de fuego de uso exclusivo, Lila y Celia, presuntas trabajadoras domésticas de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, esperan su juicio para recobrar su libertad.
Familiares de las detenidas acusan a las autoridades de mantenerlas recluidas sin ningún tipo de prueba y su único delito fue cocinarle al capo y a los integrantes de su grupo organizado durante más de siete años.
En la información que divulgó la Secretaría de Marina el día de la recaptura de Guzmán Loera, se establece que en un habitación de la residencia en el Fraccionamiento Las Palmas de la ciudad de Los Mochis, en Sinaloa, estaban dos mujeres portando armas de grueso calibre y con chalecos antibalas, por lo que se procedió a detenerlas.
Sin embargo, versiones de la hermana de Lilia contradicen a las oficiales y por medio de su defensa se estableció que ambas estaban desarmadas y permanecían escondidas dentro de un clóset.
Las mujeres son originarias de Durango, estudiaron hasta la primaria y confían en que pronto recuperarán su libertad, pero debido a lo mediático del narco, se presume que toda persona capturada junto a él no volverá a ver el sol en su vida.
Integrantes del Cártel de Sinaloa sostienen que tanto Lila y Celia eran dos de las personas de mayor confianza del ‘Chapo’ y lo conocieron en su comunidad de origen.