En la materia de Historia de tercero de secundaria, se analizará el tema: “Costos sociales del progreso económico porfirista”, con el cual se explican las contradicciones sociales y políticas del régimen porfirista como causas del inicio de la Revolución mexicana.
¿Qué hacemos?
Lee algunos fragmentos del libro México bárbaro, escrito por el periodista estadounidense John Kenneth Turner, publicado en 1910.
El libro fue resultado de un viaje que Turner realizó a nuestro país, haciéndose pasar por un inversionista para obtener información.
[…] México tiene dos millones de kilómetros cuadrados, hectárea por hectárea es tan rico, si no más, que los Estados Unidos [de América]. Tiene buenas bahías en ambas costas […] No hay razón natural o geográfica para que su pueblo no sea tan próspero y feliz como cualquier otro del mundo.
Es un país […] que no está sobrepoblado. Con una población de 15 millones resultan 7.5 habitantes por kilómetro cuadrado, densidad poco menor que la norteamericana. Sin embargo, al ver el corazón de México, es inconcebible que puede haber en el mundo pobreza más extrema. La India o China no podrían estar peor, porque de ser así, el hambre la despoblaría. México es […] una nación postrada. ¿Cuál es la razón de ello? ¿Quién tiene la culpa? […]
Una esclavitud similar a la de Yucatán y a la de Valle Nacional se puede encontrar en casi todos los estados del país; pero especialmente en los costeños, al sur de la gran altiplanicie. El mismo sistema de trabajo existe en las plantaciones de henequén de Campeche; en las industrias madereras y fruteras de Chiapas y Tabasco; en las plantaciones de hule, café, caña de azúcar, tabaco y frutas de Veracruz, Oaxaca y Morelos. Por lo menos en diez de los treinta y dos estados y territorios de México, la mayoría abrumadora de trabajadores son esclavos.
A los peones del campo suelen acreditárseles jornales nominales que varían entre 25 y 50 centavos diarios; rara vez son más altos. Por lo regular, no reciben un solo centavo en efectivo, sino que se les paga en vales de crédito contra la tienda de raya de la hacienda, en la cual están obligados a comprar a pesar de los precios exorbitantes.
Como resultado, su alimento consiste solamente en maíz y frijoles, viven en cabañas que suelen estar hechas de materiales no más consistentes que la caña de maíz, y usan sus pobres vestidos no sólo hasta que se convierten en andrajos a punto de deshacerse, sino hasta que efectivamente se deshacen.
Los 750 mil esclavos y los 5 millones de peones no monopolizan la miseria económica de México. Ésta se extiende a toda clase de personas que trabajan. Hay 150 mil trabajadores de minas y fundiciones que reciben menos dinero por el trabajo de una semana que un minero norteamericano de la misma clase por un día de jornal [y] hay 30 mil operarios de fábricas de algodón cuyo salario de un predio menor de 60 centavos.
Al leer este texto es posible recrear varias imágenes de la sociedad del México porfirista. De acuerdo con la lectura:
¿Cómo era la sociedad mexicana antes del inicio de la Revolución de 1910?
¿Consideras que toda la población enfrentaba las condiciones de vida antes descritas? ¿Por qué?
Porfirio Díaz fue presidente de México durante más de treinta años. Su gobierno se caracterizó por una estabilidad política sin precedentes en el siglo XIX, también, bajo su mandato, la economía recibió un notable impulso.
Cuando Díaz ascendió a la presidencia, enfrentó diversos retos, entre ellos, la bancarrota en que se encontraba la economía del país. Entre las primeras tareas que llevó a cabo en materia económica junto a su gabinete, fue el saneamiento de las finanzas públicas, con el objeto de concretar proyectos productivos.
Asimismo, su política impulsó las inversiones extranjeras, incrementó el tendido de vías férreas e introdujo avances tecnológicos en las actividades minera, industrial, agrícola y comercial.
Conoce más sobre el desarrollo económico que impactó en las esferas política y social entre los años 1876 y 1911.
A partir de 1880, y hasta el final del Porfiriato, en 1911, la construcción de ferrocarriles representó uno de los hechos con mayor repercusión económica. El tendido ferroviario cubrió el territorio nacional: del centro a la frontera norte y del centro-norte hasta el Golfo de México.
En 1884, México tenía 5 731 kilómetros de vías férreas. Para 1898 había aumentado a 12 173 kilómetros y, para 1910, a 19 800 kilómetros. Las vías férreas también cambiaron el paisaje del país, y se generó un crecimiento poblacional y mercantil en los puntos de cruce de las líneas, como Torreón o Irapuato; y las estaciones en la frontera con los Estados Unidos de América, como Nuevo Laredo y Ciudad Juárez, impulsaron el desarrollo de esas ciudades.
De ese modo, la comunicación no sólo aumentó, sino que se volvió más eficaz, y permitió, por ejemplo, que disminuyera el tiempo en los traslados de un sitio a otro, tanto de los individuos como de los productos y bienes de consumo; también hubo una reducción en los costos de transporte de ciertos productos y éstos pudieron llegar a más lugares y personas.
Crecieron las líneas de telégrafo, correo y se establecieron las primeras líneas de teléfono. Además, se introdujeron los tranvías eléctricos en ciudades como Guadalajara, Monterrey, Tampico y la Ciudad de México.
Durante el Porfiriato se pretendió alcanzar la modernidad a través del progreso material, el cual se reflejó en la construcción de obras de infraestructura a diversas escalas, como la edificación de escuelas de nivel primaria hasta la Universidad Nacional de México, hospitales como el psiquiátrico La Castañeda, sedes gubernamentales o cárceles como la Penitenciaria de Lecumberri.
Además, se construyeron mercados modernos, como el mercado Hidalgo en Guanajuato y el González Ortega en Zacatecas. Destacaron grandes obras urbanas como el Gran Canal del Desagüe, que sacaba el agua del drenaje y de lluvia de la cuenca de México hacia el valle del Mezquital, reduciendo las inundaciones.
Se amplió la ciudad de Veracruz ganándole 400 metros de terreno al mar, con una nueva bahía artificial donde se edificó un nuevo puerto. El desarrollo económico también impactó en la cultura, se edificaron teatros como el Calderón, en Zacatecas; Juárez, en Guanajuato, y Macedonio Alcalá, en Oaxaca.
Como estudiaste con anterioridad, el gobierno porfirista otorgó facilidades a empresarios extranjeros para adquirir terrenos y establecer sus negocios aquí. Esto generó una serie de cambios y nuevas dinámicas entre la población, tales como la migración hacia las zonas más productivas o el despojo de tierras de medianos y pequeños propietarios.
Los inversionistas extranjeros, principalmente de Estados Unidos de América y de Gran Bretaña, instalaron fábricas en los ramos minero, textil y manufacturero. Para el régimen de Porfirio Díaz, entregar concesiones de vías férreas, minas, fábricas y otras industrias a extranjeros hacía que las potencias mundiales aceptaran mejor a su gobierno.
El Estado permitió que los inversionistas extranjeros manejaran sus empresas y a sus trabajadores de acuerdo con sus intereses. Eran los extranjeros, entonces, los que imponían las condiciones de trabajo a los operarios mexicanos; estos últimos percibían sueldos bajos y sus jornadas eran extenuantes.
De acuerdo con la historiadora Alicia Salmerón, el progreso económico abrió también oportunidades de movilidad social. En un principio, comerciantes pequeños, rancheros, empleados, profesionistas como maestras y maestros encontraron la oportunidad de incorporarse a la vida pública y de ascender socialmente.
Durante el Porfiriato, México se posicionó en el panorama mundial con sus participaciones en exposiciones universales como la de Nueva Orleans, en 1884, y las de París, en 1889 y 1900. Las exposiciones universales eran encuentros donde los países mostraban sus avances científicos y tecnológicos.
En una de éstas, se inauguró la famosa Torre Eiffel, símbolo de las nuevas ciudades hechas de acero. De sus participaciones, México obtuvo más de dos mil enlaces comerciales por los productos que exhibía.
Algunos fueron productos de consumo, como el café de Veracruz, materiales como el ónix de Puebla, las pinturas del paisajista José María Velasco, las esculturas de José Contreras, así como textiles y minerales. A finales del siglo XIX, el comercio interno y externo estaba plenamente consolidado.
El rostro de la economía mexicana al despuntar el siglo XX se perfiló en grado importante desde las haciendas. En éstas trabajaban peones, artesanos, arrendatarios, aparceros y trabadores agrícolas estacionales. Los latifundistas y rancheros contaban con el mayor número de empleados, mientras que los medianos propietarios ocupaban menos manos para hacer prosperar sus propiedades y se resistían a ser absorbidos por los grandes terratenientes.
Las haciendas, que habían aumentado su extensión tras el triunfo liberal, adquirieron aún mayores dimensiones durante el Porfiriato. Esto dio pie a la creación de grandes latifundios. En las haciendas, el comercio, la minería, la ganadería y la agricultura activaban la economía. Cuando conseguían grandes producciones, éstas se llevaban a otros países. Así, México se convirtió en una nación exportadora de materias primas.
Conoce cómo la economía porfirista impactó la vida cotidiana de la población a través del siguiente video del minuto 09:05 al 12:25.
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Sociedad, vida cotidiana y cultura en el Porfiriato
¿Cuál fue el costo social del progreso económico porfirista?
Para Porfirio Díaz y las élites, la modernización era considerada un éxito, no obstante, para la mayoría de la población significó el origen de una serie de contrariedades políticas, sociales y económicas que en gran medida desencadenaron la Revolución mexicana en 1910.
Por una parte, la concentración del poder en una sola persona por tantos años obstaculizó los caminos para llegar a la democracia política que comenzaron a reclamar varios sectores de la población, quienes, con justa razón, veían en Porfirio Díaz a un gobernante viejo e incapaz de enfrentar los desafíos de un nuevo siglo.
Por otra parte, los beneficios económicos del Porfiriato estuvieron lejos de alcanzar al grueso de la población mexicana, pues ésta se hallaba hundida en la pobreza; la desigualdad social entre ricos y pobres era muy pero muy marcada. Por todos lados quedaban desfavorecidos estos últimos, ya que, además, difícilmente gozaban de una instrucción elemental, menos aún de una educación formal que les permitiera ascender social, económica y culturalmente.
En las haciendas se reproducía el trato predominante del más fuerte sobre el más débil. Con base en esta condición fue que los peones u otros trabajadores quedaron subordinados y sin ningún derecho más que el de trabajar bajo las exigencias de dueños, administradores y capataces. Revisa en qué consistían las tiendas de raya, la forma en que los campesinos recibían su pago:
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Los hacendados y dueños de fábricas podían pagar a sus empleados con vales aceptados sólo en tiendas administradas por ellos mismos.
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Los precios no tenían una regulación, por lo que los dueños de las haciendas podían elevarlos en cualquier momento.
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Cuando el salario no alcanzaba para comprar lo necesario, los trabajadores contraían deudas impagables.
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Los trabajadores no podían cambiar de empleador o renunciar y, en caso de morir, la deuda pasaba de los padres a los hijos.
En la sociedad porfiriana convivían ricos, pobres y un sector medio conformado, entre otros, por profesionistas, empleados del gobierno y medianos o pequeños propietarios.
Si tomas en cuenta que en 1900, de los casi catorce millones de habitantes de México, 71% vivía en zonas rurales, puedes recrear sin dificultad la imagen social que predominaba en los primeros años de la centuria pasada: dispersión de asentamientos, familias numerosas pese a un nivel de mortandad tan alto, precarias condiciones de salud, alimentación deficiente y un sinnúmero de problemáticas que, aunque no eran exclusivas del campo, sí provocaban un impacto social mayor respecto a los pobres de las ciudades, lugar en donde residía menos de un cuarto de la población.
Sin duda, en las ciudades y las fábricas también se vivían condiciones poco favorables. Por ejemplo, uno de los reglamentos emitidos en 1906 estipulaba una jornada laboral de 6 de la mañana a 8 de la noche, es decir, 14 horas corridas con sólo 45 minutos para comer. Además, tenían prohibido visitas y debían pagar los útiles o herramientas que rompieran.
Llegó un momento en el que el régimen autoritario y personalista de Porfirio Díaz ya no pudo ocultar más todos esos problemas y paradojas. Ese momento se dio en 1910, cuando Francisco I. Madero, al ver canceladas todas las vías legales para ocupar la presidencia de México en sustitución del general Díaz, llamo a la Revolución el 20 de noviembre.
Para recapitular las condiciones sociales y laborales de la mayoría de los mexicanos durante el Porfiriato, observa el siguiente video.
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El norte y el sur: dos realidades y una causa
Como pudiste dar cuenta, la modernización tuvo altos costos sociales. En especial, en el campo, donde vivían cuatro quintas partes de los mexicanos, la presión sobre los pueblos y propietarios menores fue enorme. El gobierno no sólo no los protegió, sino que favoreció la expansión de las grandes haciendas a costa de sus aguas, tierras y bosques. La fuerza del Estado se puso al servicio de un desarrollo identificado con el de la minoría y algunas tensiones sociales crecieron hasta estallar.
El régimen contó con diversos medios de control social, pero la respuesta a las manifestaciones abiertas de descontento popular fue, sin vacilar, la represión.
Los privilegios fueron otorgados a los terratenientes, a las empresas extranjeras, a los grandes comerciantes y, en general a la clase adinerada, que se fueron consolidando de forma paulatina, por supuesto, en menoscabo de los grupos más desfavorecidos. Con todo, para finales del régimen estos grupos resintieron una estructura política rígida que limitaba sus oportunidades.
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