Antes de estar relacionadas con capos de las drogas, estas mujeres provenían de familias de la sociedad de Guadalajara y al difundirse los noviazgos se cimbró el nombre de sus dinastías.
Una de los escándalos más sonados en los ochenta fue el idilio de amor entre Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara y Sara Cosío, sobrina Guillermo Cosío Vidaurri, exgobernador de Jalisco; Sara.
Nunca las autoridades mexicana confirmaron si el narcotraficante mexicano secuestró a la joven tapatía, por lo que se ventiló que al momento de su detención en la finca California, en Costa Rica, la pareja estaba muy enamorada.
En la actualidad la hija del exsecretario de Educación, Octavio César Cosío Vidaurri, es una dama de la sociedad jalisciense; tras el escándalo se alejó varios años de la vida pública y el rumor de la relación prohibida creció gracias a la carta que publicó Carlos Monsiváis en la revista Nexos.
Con el nuevo siglo, los integrantes de las organizaciones criminales permear campos empresariales, gubernamentales y se mezclaron con mecenas de la ciudad.
Fue así como Ana Paulina Barajas Sahd, una recurrente en las fiestas de sociedad realizadas en Guadalajara e incluso su rostro aparecía de forma regular en las páginas de las secciones de sociedad de los principales diarios, conoció a Ulises González Valencia, hermano de Rosalinda González Valencia, esposa del Mencho.
El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos boletinó a la esposa de Ulises, como la persona que presuntamente ayuda a “manejar negocios a nombre de su esposo”, quien el 26 de junio de 2018 fue detenido por agentes de la Policía Federal y de la PGR en Jalisco.
En cinco de las nueve empresas en las que aparece como dueña Ana Paulina, están fichadas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
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