Sin ser las primeras mujeres en encabezar cárteles de drogas en nuestro país, un grupo de por lo menos cuatro mujeres han sido señaladas como las nuevas jefas del narco.
Leticia Rodríguez Lara, Clara Elena Laborín Archuleta, Enedina Arellano Félix, son las herederas de María Dolores Estévez Zulueta, alias ‘La Chata’ e Ignacia Jasso, alias ‘La Nacha’, consideradas como las pioneras de la participación femenina en el negocio del tráfico de drogas.
Tanto autoridades nacionales como de los Estados Unidos tenían en su mira a Rodríguez Lara, quien presuntamente domina el negocio de los estupefacientes en Cancún y Playa del Carmen.
No sólo su cabeza era prioridad del Gobierno, también grupos delictivos como ‘Los Zetas, ‘Cártel de Sinaloa y ‘Los Pelones’, se unieron para desplazar a su grupo del control.
Por muchos años fue identificada como la nueva jefa del Cártel de los Beltrán Leyva, identificada como ‘La Señora’, Clara Elena asumió el control de la organización criminal tras la detención de su esposo Héctor, alias ‘El H’.
Laborín Archuleta cayó el pasado 12 de septiembre, señalada como responsable de la ola de violencia en Acapulco.
El grupo fundado por los hermanos Arellano Félix fue el que dominó el tráfico de drogas por muchos años, con el paso del tiempo fue desplazado por los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Debido a la captura de su hijo, Fernando Sánchez Arellano, el Ingeniero, ‘La Narcomami’ asumió el control del grupo delictivo.
La agencia antidrogas (DEA) la puso en su radar luego de detectar una creciente en las operaciones de este cártel.
Claudia Ochoa Félix fue confundida con una líder criminal y fue considerada como jefa de ‘Los Ántrax’, grupo considerado como brazo armado de Ismael ‘Mayo’ Zambada.
Se le llamó ‘La emperatriz ántrax’; pero ella negó su participación en actividades ilícitas.
Otra mujer que dominó el tráfico de drogas en México fue Sandra Beltrán Ávila, ‘La Reina del Pacífico’.
Sobre ‘La Nacha’ y ‘La Chata’, dominaron el tráfico y venta de drogas en Ciudad Juárez y La Merced, en la Ciudad de México, respectivamente.
La primera fue señalada por dominar un grupo que era extremadamente violento; la segunda fue catalogada como la enemiga pública número uno.
