El embrujo de la Casa de los Perros

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El espíritu de un marido que tras su muerte no soportó que su viuda se casara con su mayordomo desató una serie de fenómenos sobre naturales en una de las fincas más tradicionales de Guadalajara.

La Casa de los Perros ubicada sobre avenida Alcalde fue la residencia de un matrimonio conformado por un cafetalero adinerado de nombre José Flores y su joven esposa Ana. Para mostrar una buena imagen ante la sociedad Ana solicitó a su marido, quien ya rebasaba los 70 años,  construyera un segundo piso a la casa para mostrar su poder económico.

El marido ordenó la ampliación de la finca la cual se le agregaron  dos estatuas de perros traídas desde Nueva York. Las figuras  se colocaron en las esquinas de la parte superior de la cornisa.  Desde entonces se le comenzó a llamar la Casa de los Perros.

Por la diferencia de edades con su marido, Ana comenzó a sentirse atraída por José Cuervo, el mayordomo, con quien comenzó a tener una relación sentimental a espaldas de su marido.

Poco tiempo después José Flores murió y su viuda se casó con el mayordomo. A partir de esa fecha en la casa comenzaron a suceder cosas extrañas, puertas y ventanas que se abrían solas. Voces que murmuraban y que parecían venir de ultratumba. Ante esto la nueva pareja decidió mudarse de casa y vender la finca.

El nuevo propietario también fue ahuyentado por el espíritu y las voces de ultratumba y abandonó la casa.

Entonces comenzó a surgir la leyenda de que las escrituras de la  finca se entregarían a la persona que se presentara sola a rezar a la media noche, iluminándose sólo con una vela.

Hubo muchos valientes pero todos salían corriendo a los poco minutos, ya que al rezar una voz de ultratumba les contestaba a cada rezo. Nadie puedo lograrlo.

Con el tiempo la finca quedó abandonada viviendo de las leyendas hasta que en 1994 se convirtió en la sede del Museo del Periodismo y las Artes Gráficas.

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