En materia de seguridad los primeros meses de la administración de Andrés Manuel López Obrador han sido complicados, al inicio de su gobierno aseguró que cambiaría la estrategia para combatir al crimen organizado y los primeros resultados se deberían de ver en un año.
Sin embargo, los grupos criminales aparentemente están renuentes a dejar sus actividades y los cuerpos policiales están sufriendo varios debates y sobre sus hombros ya pesan varias batallas perdidas.
La más significativa es sin lugar a duda la liberación del hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, Ovidio Guzmán; el propio secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, aceptó que el operativo fue sin planificación y el resultado es el que todo mundo conoce.
En redes sociales y en las calles de las ciudades de México se habla que el narco rebasó a las instancias de seguridad y las críticas a la administración fueron implacables.
Una semana antes del suceso, en el municipio costeño de Aguililla, en Michoacán, un grupo armado emboscó a un convoy de elementos de la Policía Estatal; el saldo fue de trece uniformados asesinados.
Y por si no fuera poco, un día después de la masacre en Michoacán, en Guerrero se registró un enfrentamiento entre civiles armados y elementos del Ejército; el saldo fue de catorce civiles y un soldado muerto.
Los mexicanos esperan que las jornadas de violencia no sigan en este sexenio y pronto se recupere la paz en toda la nación.
