Un archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) mostró una debilidad que casi le costó la vida a Ovidio Guzmán López, ‘El Ratón’.
El informe militar habla del pasatiempo favorito del hijo de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera durante su estancia de seis meses en la Ciudad de México.
Se mencionó que Ovidio se convirtió en adicto a los pasteles y malteadas del restaurante Cheesecake Factory.
El seguimiento especial del Ejército al narco mostró que cada jueves ‘El Ratón’ se trasladaba a la sucursal de la cadena instalada en la Plaza Delta.
Esta situación la detectó también una célula rival a ‘Los Chapitos’, quienes tenían como encargo asesinar al heredero de ‘El Chapo’.
Así fue el operativo fallido para asesinar a El Ratón en la CDMX
‘El Ratón’ era vigilado de cerca no sólo por las autoridades, enemigos a la facción de ‘Los Menores’ ya le seguían los pasos para quitarlo de su camino.
La SEDENA reveló que los gatilleros provenían de los estados de Sinaloa, Sonora y Baja California; fueron contratados por un operador de Ismael ‘El Mayo’ Zambada y Rafael Caro Quintero, a quien identificaron como ‘El Flaco’.
El narco trajo a los sicarios a la Ciudad de México con un sólo objetivo, matar a Ovidio Guzmán y evitar la instalación de las células de los hijos de ‘El Chapo’ en la capital del país.
En el documento se establece que los asesinos a sueldo identificaron la adicción de ‘El Ratón’ a los postres de esta cadena de restaurantes y vieron el itinerario diario del capo.
Durante un par de días siguieron a ‘El Chapito’, los sicarios recibieron la instrucción de “no hacer cagadero” pues había mucha gente y no querían que terceras personas resultaron lesionadas.
El informe mencionó que los asesinos a sueldo pudieron detectar que Ovidio se “movía” en las inmediaciones de la colonia Nápoles con escoltas y dos vehículos blindados, una camioneta Mercedez Benz y una Land Rover.
Los gatilleros revelaron que alguien alertó a Ovidio Guzmán del atentado y entonces se regresó a Culiacán.
Los militares lograron detener a los sicarios y decomisaron los celulares, otros documentos del seguimiento que hacían al hijo de ‘El Chapo’.
“Había imágenes y conversaciones con “El Flaco”, a quien le informaban de todo; dónde vivía, a qué hora salía a comer, con quién se reunía, a que policías locales y de la Fiscalía Sobornaba, donde cenaba, de sus parejas sentimentales así como de las casas en las que pernoctaba, cada tercer día cambiaba de domicilio y las intercalaba con hoteles y moteles de la misma zona”.
El informe y declaración de los sicarios les permitió a las autoridades desarticular la célula de ‘El Ratón’ que pretendía instalarse y apoderarse en la Ciudad de México.