No se dimensionó las consecuencias de la captura de Ovidio Guzmán López, jefe de la facción ‘Los Chapitos’ del Cártel de Sinaloa (CDS), hasta la aparición de los testimonios de la población de Culiacán afectada por los enfrentamientos entre sicarios de ‘El Ratón’ y efectivos del Ejército Mexicano.
El 5 de enero del 2023 no es un día cualquiera, entre los culichis lo conocen como ‘Jueves Negro II’; ese día les recordó lo acontecido otro jueves, el del 17 de octubre del 2019, cuando ante la inminente detención del mismo Guzmán López, la llamada ‘plebada’ salió a las calles a causar terror entre los civiles y amenazó al Gobierno Federal de liberar al ‘patrón’ o se desataría la masacre.
Ese episodio se le conoció como ‘Culiacanazo’ o ‘Jueves Negro’, y unos días más tarde, el presidente Andrés Manuel López Obrador aceptó que se ordenó soltar a Ovidio para evitar derramar sangre de inocentes.
A más de tres años de la convulsión que causó el ejército criminal del CDS, regresó la pesadilla, pero está vez Culiacán, Los Mochis, Mazatlán y varias ciudades de Sinaloa se convirtieron en un campo de batalla en el que dejó un olor a muerte, incertidumbre y una percepción de que esta guerra tendrá nuevos episodios.
La llamada a la guerra para evitar la captura de Ovidio Guzmán
El semanario Ríodoce, medio experto en el tema del narcotráfico, contactó a un integrante de ‘La Chapiza’ que participó en diferentes enfrentamientos con los soldados mexicanos.
Desde la clandestinidad, el sicario narró su experiencia en este ‘Jueves Negro II’, un día anormal para ellos, quienes acostumbran a ser los primeros en atacar y no en reaccionar.
En la información que publicó el reportero del semanario, Miguel Ángel Vela, se conoce cómo fue la llamada a la guerra para evitar la captura de Ovidio Guzmán.
Los párrafos demuestran la fidelidad de los pistoleros a uno de los mandos del CDS, pero también el miedo que perciben cuando se les ordena ir a arriesgar su vida.
“Siempre se está consciente que en cualquier momento puede llegar la hora en que se tiene que ir a pelear.
Las órdenes iniciaron antes del amanecer, Culiacán despertó entre nubes negras producto de las primeras balaceras ocurridas en la sindicatura de Jesús María, lugar donde se escondía ‘El Ratón’.
El protagonista de la historia abordada se identificó como “Marquillo”, quien era responsable de un grupo compuesto por seis sicarios; al escuchar su radio Motorola, de inmediato tomaron sus AK47, AR15, un lanzagranadas, y una Barret .50.
Se debían dirigir con rumbo a Jesús María, el plan era arrasar a todo soldado que encontráramos en el camino, y la meta era evitar que se llevaran a Ovidio Guzmán.
“Marquillo” describe la tensión de los minutos previos a enfrentarse con un Ejército; tanto él como sus acompañantes se daban valor con pases de cocaína, bromas y la consigna clara de ir a matar.
En el transcurso le pasó por la mente su familia y cómo enfrentarían su muerte, pero no podía regresar a esconderse, su misión era servir a ‘Los Menores’.
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Cuando llegó el grupo de sicarios del CDS a apoyar a su jefe, ya olían a muerte, entre las veredas había signos de la guerra que se vivía.
El sicario aseguró escuchar ‘los fierros’ tronar bonito; ese momento lo interpretó que era la hora del combate.
Alistó sus armas, cortó cartucho y se metió más cocaína para quitar cualquier vestigio de miedo; sus compañeros estaban preparados para intervenir en la batalla.
“No hubo momento de nada y rápido accionaron sus fusiles.
Insiste en que en ese lugar había más de 600 hombres, entre sicarios y soldados intercambiando disparos; había bajas y el olor a pólvora era sofocante.
“Se puso muy feo; ¡mucha gente muerta! No sé cuántos, pero fueron más muertos de los que dice el gobierno; carros, casas destruidas, muy feo oiga”
El Ejército les ganó la primera batalla, nunca esperaron ver un Black Hawk dispararles y luego otro helicóptero volar para llevarse al jefe.
En ese segundo Black Hawk iba Ovidio, resguardado por militares y con el objetivo de dejarlo en otro avión para llevarlo a Ciudad de México.
Fueron segundos del despegue, cuando en las radios se comenzó a oír una nueva instrucción, los sicarios deben ir al Aeropuerto a evitar que despegue el avión.
El terror en el Aeropuerto de Culiacán
No era la primera vez en que el CDS desató el terror en un aeropuerto, hace casi 30 años ‘El Chapo’ mató a un líder religioso en Guadalajara y aunque nunca se conoció la verdad del crimen; se habló de un enfrentamiento entre cárteles que dejó en el fuego cruzado inerte a Juan Jesús Posadas Ocampo.
Sin embargo, en esta nueva balacera la tecnología documentó el nuevo enfrentamiento de sicarios y autoridades.
La misión de ‘la plebada’ era evitar el despegue o aterrizaje de cualquier aeronave.
“Si se acercaba un avión, o si uno trataba de despegar, sobre todo si era del ejército o de la Marina, le íbamos a disparar”.
“Marquillo” aseguró que al llegar a la terminal de Culiacán ya había militares esperándolos.
“Se hizo lo que se pudo para que el avión del ejército no despegara, pero el ejército tenía todo bien preparado”.
Los disparos contra los aviones comerciales y militares fueron incensantes, pero con todo y esto, a las 10:00 un Boeing militar de Fuerzas Especiales de Sedena realizó el despegue.
Un par de horas después, en los medios se habló que la captura de Ovidió Guzmán fue exitosa y por la tarde sería trasladado al Penal del Altiplano.
En ese mismo complejo penitenciario del que escapó su padre hace más de ocho años.
El sicario del CDS se lamentó por la captura del jefe, pero afirmó no sería la última vez en que Sinaloa fuera violentada.
“Se hizo lo que se pudo, pero la “plebada” no quedó contenta porque no se pudo rescatar a Ovidio, y yo creo que la cosa no va a terminar ahí”.
Para leer el testimonio original de RíoDoce sigue este enlace.
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