En la clase de Historia de tercero de secundaria, se analizará el tema: “El Imperio de Maximiliano de Habsburgo”, con el que se explican los cambios en las formas de gobierno del siglo XIX.
¿Qué hacemos?
Para empezar, lee algunas cartas que mandó Carlota de Bélgica, emperatriz de México, figura central en el Segundo Imperio mexicano.
La primera fue dirigida a Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III en enero de 1865:
Creo que no nos faltan ni energía ni perseverancia, pero me pregunto si habrá alguna humana posibilidad de salir de las dificultades, si éstas siguen aumentando en esa forma […] Desde hace un mes estamos pasando por una fuerte crisis; si la soportamos victoriosamente tendrá un porvenir el imperio mexicano, de lo contrario no sé lo que habría de augurar.
Durante los primeros seis meses, a todo el mundo le parecía encantador el nuevo gobierno, pero tocad alguna cosa, poned manos a la obra, y se os maldecirá. Es la nada que no quiere ser destronada.
Vuestra majestad creería quizá, como yo, que la nada es una sustancia manejable, pero en este país, al contrario, se tropieza uno con ella a cada paso y es granito, es más poderosa que el espíritu humano y solamente Dios podría doblegarla. Fue menos difícil erigir las pirámides de Egipto que vencer la nada mexicana.
La siguiente carta la escribió para Maximiliano en enero 1865, durante su gobierno en México:
Acabo de conseguir en el Consejo de Ministros la victoria más completa, en toda la línea han pasado todos mis proyectos, el de los indios, después de haber causado gran sensación al presentarlo, fue aceptado con una especie de entusiasmo; solo ha habido un voto en contra.
Fortalecida con el éxito, les he expuesto algunas teorías sociales sobre las causas de las revoluciones de México, que han procedido de minorías turbulentas apoyadas en una gran masa inerte; en la necesidad de devolverle a la humanidad millares de hombres, cuando llama de tan lejos la colonización; y de hacer que cese una llaga a la independencia no había traído sino un remedio eficaz, puesto que, a pesar de ciudadanos de hechos, los indios habían quedado en una abyección desastrosa.
Todo esto ha pegado con gran sorpresa mía empiezo a creer que es un hecho histórico.
La siguiente y última carta también la dirigió a Maximiliano, en enero 1866, cuando se acercaba el fin de imperio:
Abdicar es condenarse, extenderse a sí mismo un certificado de incapacidad, y esto es solo aceptable en ancianos o en imbéciles, no es la manera de obrar de un príncipe de 34 años lleno de vida y de esperanzas en el porvenir […]
Desde el momento en que se aceptan los destinos de una nación, se hace a sus riesgos y peligros y nunca se tiene la libertad de abandonarla. Yo no conozco ninguna situación en la cual la abdicación no fuese otra cosa que una falta o cobardía […]
En tanto que haya aquí un emperador, habrá un Imperio, incluso aunque solo le pertenezcan seis pies de tierra.
El Imperio no es otra cosa que el emperador. Que no tenga dinero no es una objeción a créditos, este se obtiene con el éxito y el éxito se conquista […] No se cede su puesto a un adversario de tal naturaleza, tampoco se dice, como en una casa de juego, que la banca ha saltado o que la farsa ha terminado y que se van a apagar las luces. Todo esto no es digno de un príncipe de la casa de Habsburgo.
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¿Qué actividades desempeñó Carlota en el Segundo Imperio mexicano?
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¿A qué crees que haga referencia su concepto de la “nada mexicana”?
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¿Por qué se oponía a la abdicación de Maximiliano?
Al concluir la Guerra de Reforma el país enfrentaba una pésima situación económica el gobierno de Juárez se vio en la necesidad de decretar una moratoria o suspensión de pagos de la deuda externa. Los principales acreedores eran Inglaterra, España y Francia, los cuales firmaron la Convención de Londres para intervenir militarmente a México como medida de apremio para que cumpliera con sus obligaciones financieras.
Al saberse en México que la Convención de Londres preparaba una intervención armada para exigir el pago de la deuda externa, el Gobierno de la República derogó la moratoria de dos años que había expedido, llamó a la unidad y buscó que la opinión pública internacional conociera la realidad de la situación mexicana.
Entre diciembre de 1861 y enero de 1862 llegaron al puerto de Veracruz las tropas de los países europeos de intervención, sin oponer resistencia los mexicanos entregaron el puerto y poco más tarde mediante arduas negociaciones, el gobierno de Juárez, gracias a las labores diplomáticas de Manuel Doblado, logró que se firmaran los Acuerdos preliminares de La Soledad y por ellos, Inglaterra y España estuvieron dispuestos a buscar una solución pacífica al conflicto. No obstante Francia no aceptó, pues su emperador Napoleón III deseaba aprovecharse de la situación para remplazar al gobierno republicano de México y poner en su lugar un gobernante elegido y apoyado por él.
El ejército francés avanzó con la intención de ocupar la Ciudad de México.
El 5 de mayo de 1862 tuvo lugar la Batalla de Puebla, donde el General Ignacio Zaragoza, al frente del ejército de Oriente derrotó al ejército expedicionario francés que tuvo que pedir refuerzos para continuar con su plan de dominar México.
Un año más tarde, Federico Forey con cerca de 30 mil elementos, más sus aliados conservadores mexicanos, tomó Puebla y ocupó la capital de la República. Benito Juárez se trasladó junto con su gobierno a la ciudad de San Luis Potosí y después más al norte hasta llegar a Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), desde donde dirigió la guerra contra los invasores.
En la Ciudad de México una asamblea de mexicanos, pero organizada por los franceses, decidió adoptar el sistema monárquico como forma de gobierno y ofreció el trono de México al archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo, quien aceptó la oferta el 10 de abril de 1864, firmándose los Tratados de Miramar con los que se formalizó el apoyo de Francia al nuevo imperio.
Formalmente, el 28 de mayo de 1864, inicia su imperio, que estaba concebido para convertirse en una monarquía constitucional, que moderara el poder del monarca. Un amplio espectro de leyes intentó dar forma y soporte al imperio desde el punto de vista administrativo, económico y social.
El Segundo Imperio mexicano fue un régimen que en la práctica gobernó parte del territorio mexicano, pero que no tenía un sustento jurídico. Aunque duró poco tiempo, sus propuestas y proyectos forman parte de nuestra historia y merecen ser conocidos y analizados.
Observa el siguiente video del inicio al minuto 02:50, para que conozcas como es que Maximiliano y Carlota se volvieron emperadores de México.
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La Resistencia popular contra la invasión francesa
Como emperador Maximiliano tuvo tres etapas de gobierno. En un primer momento buscó establecer su política en materia religiosa, por lo que antes de embarcarse a México, visitó al papa Pío IX en busca de un acuerdo o concordato en el que la iglesia se sometería al Estado.
Una vez en nuestro país, ratificó la desamortización y nacionalización de los bienes eclesiásticos decretada durante la República, junto con las medidas anteriores, promulgó el decreto imperial estableciendo la libertad de cultos. Esto provocó indignación y el rompimiento con el clero, con ello se acrecentó el debilitamiento del Imperio, pues la iglesia y los conservadores sintieron que el emperador los había hecho a un lado.
En el ámbito internacional tuvo éxito, uno de los principales objetivos políticos del imperio fue obtener el reconocimiento internacional que en Europa fue fácil de conseguir gracias al apoyo de Bélgica, Austria y principalmente de Francia. Con excepción de Estados Unidos de América, que fijó una política de neutralidad, la mayoría de las potencias de su época, establecieron relaciones diplomáticas con el imperio.
Para finales de 1864, México contaba con el mayor número de delegaciones en el extranjero de su historia, firmando tratados internacionales en distintas materias con Prusia, Turquía, Rusia y muchos otros.
Sin embargo, ningún Estado americano, con excepción de Guatemala y Brasil, otorgaron su reconocimiento al imperio.
Una segunda etapa de gobierno inició cuando Maximiliano se percató de que los conservadores y la iglesia no se encontraban dispuestos a apoyar su política modernizadora, entonces Maximiliano decidió adoptar una política liberal. Lo que le permitió conquistar el apoyo de los liberales moderados, quienes tomaron parte activa en su gobierno. Los liberales puros permanecieron alejados.
Fue en se momento cuando se dictaron numerosas leyes que fueron un intento de impulsar la modernización del derecho mexicano que en muchos aspectos se encontraba sustentada en la legislación novohispana, fueron producidos el Código Civil y apoyado el Código de Comercio elaborado por Teodosio Lares.
Dentro del repertorio normativo destacan las leyes de contenido social, como la Ley de Liberación del Peonaje y la ley sobre el fondo legal de los pueblos, que junto con la creación de la Junta Protectora de las Clases Menesterosas y las casas de beneficencia y de maternidad, formaron parte de la política de liberalismo social que caracterizó el periodo.
Bajo el amparo del Imperio se llevaron a cabo numerosos proyectos de carácter científico, en los que tuvieron participación destacados estudiosos mexicanos como Manuel Orozco y Berra, José Salazar Ilarregui, Francisco Pimentel, Joaquín García Icazbalceta, Antonio García Cubas, José Fernando Ramírez, entre otros.
El conjunto de sus investigaciones dio frutos en materias muy diversas, entre las que destacan la lingüística, la botánica, etnografía, geografía, arqueología y mineralogía.
También el Segundo Imperio mexicano llevó a cabo un amplio programa de apoyo a las artes, que tenía como objetivo fundamental hacer público el esplendor de la monarquía, lo que se apreciaba en la traza de amplias avenidas y la construcción de monumentos y magníficos edificios públicos, pretendiendo demostrar que el nuevo orden político correspondía a la historia y a las necesidades de México.
Se impulsó la construcción de una historia nacional, a través de retratos y paisajes que hacían hincapié en la fundación del México prehispánico y la emancipación de España. La imagen de los emperadores reproducidos por medios fotográficos o litográficos fue distribuida ampliamente.
También fue conocida la afición de Maximiliano por la botánica, tanto que trajo con él a Wilhelm Knechtel, su jardinero personal, para que rehabilitara los jardines del Castillo de Miravalle (hoy de Chapultepec) y el Jardín Borda, en Morelos, donde se ubicaba su casa de verano.
Conoce más de este tema a través del siguiente video.
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Memorias del Jardinero de Maximiliano
La tercera etapa del gobierno de Maximiliano fue resultado del abandono de Napoleón III, quien antes del tiempo convenido en los Tratados de Miramar retiró las fuerzas militares que sostenían al imperio mexicano, esta circunstancia obligó a Maximiliano a buscar nuevamente el apoyo de la iglesia y de los conservadores, pero era demasiado tarde.
Después de más de cuatro años de combatir contra los enemigos de la soberanía, las fuerzas de la República acorralaron a Maximiliano de Habsburgo y a sus aliados en la ciudad de Querétaro.
Al inicio de la Intervención francesa, a lo largo de la geografía nacional los pobladores se acogieron al decreto del 12 de abril de 1862, que los autorizaba a formar partidas de guerrilleros para combatir a los invasores.
Conocidos con el nombre popular de chinacos fueron la base sobre la que se sustentó la supervivencia de la República en los primeros años del conflicto. Los chinacos operaron sobre todo el territorio nacional impidiendo la consolidación de las autoridades imperiales, obligando a los franceses a dispersar sus recursos y debilitar su influencia. Fueron especialmente notables en Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, el Estado de México y Veracruz.
A partir de 1866 la resistencia republicana comenzó a rendir frutos. Las partidas de guerrilleros paulatinamente se convirtieron en cuerpos regulares permitiendo que se consolidaran los ejércitos del Norte, de Oriente, de Occidente y del Centro. En los primeros meses de 1867 los franceses embarcaron a sus últimos soldados y a mediados de ese año las fuerzas republicanas derrotaron a los últimos partidarios del Imperio.
El emperador, sus generales, oficiales y soldados fueron hechos prisioneros. Maximiliano, y sus generales, los mexicanos conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron sometidos a un proceso que se desarrolló del 13 al 15 de junio en el teatro Iturbide de Querétaro, en donde se les sentenció a la pena de muerte. El 19 de junio, fueron fusilados en el Cerro de las Campanas.
El presidente Juárez, acompañado por los miembros de su gabinete, hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México el 15 de julio de 1867.
Ahora observa y escucha la segunda parte del video del minuto 02:51 al 05:06.
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La Resistencia popular contra la invasión francesa
El triunfo de la República sobre el Segundo Imperio mexicano afianzó la convicción de que el sistema político de gobierno que más convenía a México era la república federal y nunca más volvió a proponerse un cambio de sistema. Resolviéndose también el constante conflicto entre liberales y conservadores.
La experiencia mexicana sirvió para unir a los países latinoamericanos e infundirles con el ejemplo el deseo de defender su soberanía.
Debido a que los países europeos reconocieron como legítimo al gobierno monárquico de Maximiliano, la República pudo considerar rotos los tratados anteriores firmados con esas naciones en los que se veían perjudicados los intereses de México, adoptándose desde ese momento la doctrina Juárez cuyo principio es no firmar ningún tratado internacional que pueda ser perjudicial a México.
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