Con su ex jefe condenado a pasar el último día de su vida en la prisión de máxima seguridad de Estados Unidos, un sicario que sirvió a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera narró sus cruentas historias.
Nunca titubeó a la hora de cometer su trabajo, así fuera asesinar a un jefe policíaco, político o contrabandista rival, pero sabía que una falla le costaría su vida y dejar a su familia desprotegida.
A veinte años de su retiro como sicario del Cártel de Sinaloa, este hombre que prefiere guardar el anonimato recordó que por cada encargo recibía como pago 15 mil dólares y para poder cobrar la cifra debía llevar la cabeza de su víctima ante sus jefes.
“Yo mataba, cortaba cabezas. Tuve mucho trabajo en el 2008, a veces varios trabajos por día”.
Apuntó que se fue a Ciudad Juárez para ser parte del ejército maldito del Chapo en la guerra por controlar el tráfico de guerra y eliminar a toda a´quel que se interponía en los deseos del ‘patrón’.
Fue a finales de la primera década del nuevo milenio cuando más homicidios cometió, sólo confió en sus armas y su buena mano para no dejar rastros y seguir cometiendo más crímenes bajo la complicidad de autoridades corruptas.
Sin embargo, sostiene que los sicarios de ahora provocan que las calles de México estén bañadas de sangre, no tienen cuidado y por unos cuantos pesos toman un arma para matar y muchas veces se equivocan asesinando inocentes.
El sicario se dice arrepentido por sus actos y espera en una ciudad paciente los nuevos días y que alguien no quiera ajustar cuentas por sus asesinatos.