No todos los hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera decidieron seguir sus pasos en el crimen organizado, ejemplos como los de César y Alejandrina Guzmán deja constancia de que pueden buscar su profesión en actividades dentro de la ley.
A pesar de ser la dueña de la polémica tienda de ropa online ‘701’, donde se comercializan productos con la cara del narco mexicano, Alejandrina Guzmán Salazar estudió para convertirse en doctora.
La más conocida de sus herederas tiene el espíritu empresarial y se convirtió en socia mayoritaria de la empresa de Servicios Especializados en Vacunación, Cegival, S.A. de C.V., fundada en 2007 el municipio de Puerto Vallarta, en el estado de Jalisco.
La compañía tenía como objetivos la comercialización de medicamentos y cosméticos; la recolección de células madre, banco de sangre y distribución de implantes y prótesis.
Sus últimas intervenciones en el sector empresarial fue con la tienda donde explota la imagen de su padre, situación que para muchos es ilegal al hacer apología del delito.
César Guzmán Salazar se alejó del narcotráfico y prefirió ingresar al sector empresarial para producir sus ingresos de forma honrada.
Las cuentas del hijo del Chapo y de Alejandrina Salazar aparentemente no están boletinadas por las autoridades y con la creación de empresas del ramo inmobiliario y la venta de artículos de papelería y oficina generó su patrimonio.
En el caso de César el deseo por convertirse en un negociante es especial, algunas de sus compañías se fueron a la bancarrota, pero al contrario de irse para abajo o desanimarse encontró el impulso necesario de formar nuevos proyectos.
Otra peculiaridad del hijo de Guzmán Loera es el evitar polémicas o escándalos en redes sociales, ahí sus hermanos mostraron sus lujos, excesos y viajes producto de la riqueza acumulada por la venta y trasiego de la organización de su padre.
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