Con la muerte del cantante y compositor Joan Sebastian se inició una serie de acusaciones sobre su presunta participación en una red de trata de personas del cártel de los Beltrán Leyva.
Los supuestos nexos del famoso fueron expuestos por mujeres que lo señalaron como uno de sus victimarios y de organizar fiestas en su rancho para narcos como Édgar Valdez Villarreal ‘La Barbie’ y Arturo Beltrán Leyva.
Al originario de Morelos se le acusó de explotar sexualmente a menores de edad y llevarlas a las reuniones con criminales, donde las ofrecía a cambio de favores.
Fue el columnista de El Universal, Héctor de Mauleón, el primero en recabar la información de las supuestas víctimas del cantante y cómo llegaron a las fiestas del intérprete.
Además, integrantes de la dinastía Figueroa han sido ligados a grupos del crimen organizado, sus fans defienden que las tragedias no están vinculadas a dicha acusaciones.
El segundo en morir de manera violenta fue Juan Sebastián Figueroa González, asesinado en el 2010 tras acudir al bar The Gran Hotel en Cuernavaca, Morelos.
En los medios se especuló que el heredero del grupero tuvo una pelea en la entrada del establecimiento por prohibirle el acceso.
Pero cuatro años antes, se suscitó la primera muerte extraña, Trigo Figueroa, hijo que tuvo el cantante con Teresa González, quien se encontraba deteniendo a una multitud que quería acercarse a su padre tras un concierto, fue ultimado por un hombre que sacó un arma y de manera inesperada disparó contra él.
Las versiones de que los Figueroa están ligados al crimen regresaron luego de que el primo de José Manuel fuera privado de su libertad por un grupo armado y posteriormente encontrado muerto en una carretera de Michoacán.
Joan Sebastian y la macabra maldición familiar