Su carrera como actriz inició como si un escritor de culebrones la hubieran hecho especialmente para ella, Ariadne Díaz contó que cuando era niña sus padres se separaron y creció en Puerto Vallarta, con la familia materna.
Nunca supo de su papá, y sólo tiene un vago recuerdo de cómo era él; pero un día la invitaron a estudiar actuación en el Centro de Educación Actoral (CEA) de Televisa, aceptó la propuesta y debía dejar Jalisco para buscar su suerte en la Ciudad de México (CDMX).
Díaz le contó a su madre de sus intenciones, en ese momento le confió que su papá la buscó hace muchos años y le entregó en un papel la dirección.
Ariadne llegó a la capital del país y de inmediato se dirigió al domicilio de la familia paterna, una mujer le abrió la puerta y le explicó si estaban alquilando un apartamento, con esa excusa entró y una mujer muy mayor caminó hacia ella. Cuando la vi le dije que era hija de su hijo Alfredo y se puso a llorar.
Su abuela le explicó que intentaron acercarse a ella, pero al morir su hijo desistieron, en ese momento trataron las experiencias de su papá y por primera vez en su vida se acercó a la familia de Alfredo.
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