En pleno apogeo de su carrera deportiva, Julio César Chávez gozó de fama y fortuna e incluso personajes de diferentes ámbitos del país lo buscaban para poder estrechar la mano con el boxeador y pasar un buen momento.
El sinaloense aceptó que no era raro recibir mensajes de artistas, políticos, deportistas e incluso de hasta narcotraficantes, quienes al vivir en su misma ciudad se atrevían a tocar a su puerta para invitarlo a reunirse con ellos.
“Imagina que llegan a casa tres camionetas y me dicen: ‘Oye, Julio, te quiere conocer el patrón, ¿vas o te llevamos?’”.
JC Chávez optó siempre por ir a la buena, platicar con los capos y pasar un rato en su casa, nunca poner en riesgo su vida o la de sus familiares.
En una entrevista para Imagen, el ex campeón aceptó que llegó a tener una amistad cordial con narcos como Ismael ‘El Mayo’ Zambada o Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera, pero jamás se metió en los negocios ilegales del Cártel de Sinaloa.
Aparentemente los icónicos narcos mexicanos sólo les caía bien el pugilista y le reconocían su hambre por triunfar en el cuadrilátero, así como poner en alto el nombre de país y de Sinaloa.
Uno de los capos con los que entabló una amistad duradera fue con Francisco Arellano Félix, quien lo acompañó en su camino hacia el ring en el Estadio Azteca, a pesar de ser uno de los capos más buscados en aquel momento.
Prueba de la buena relación entre ambos personajes es la presencia de Omar Chávez, hijo de ‘La Leyenda’, en la fiesta donde un hombre vestido de payaso acabó con la vida de la ex cabeza del grupo criminal.