Antes de la caída de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán Loera se sabía que tarde o temprano sus hijos tomarían las riendas en el Cártel de Sinaloa, por eso no fue sorpresa el anuncio del Gobierno de México en 2012 que un heredero del capo fue detenido.
Lo insólito vino después al anunciar que la otrora Procuraduría General de la República (PGR) cometió un pifio y antes de comprobar el parentesco del detenido con Guzmán Loera lo presumieron, pero su error costó la pérdida de credibilidad de la administración de Felipe Calderón Hinojosa y serias dudas de la manera en presentar a los detenidos.
Al comprobar que Félix Beltrán León no era hijo del Chapo, tanto la PGR como la Agencia Antidrogas (DEA) quisieron mejorar la plana y lo acusaron de trabajar para el Cártel de Sinaloa.
La historia del falso hijo del sicario más famoso del mundo dejó en ridículo a nuestro gobierno y terminó de fortalecer la opinión pública de que la lucha contra el narcotráfico era un fracaso.
Supuestamente el joven de 23 años era un vendedor de autos usados y la defensa acusó a la Marina de sembrarle las armas que le encontraron y el dinero retenido procedía de la venta de un predio y no de actividades ilegales.
Al joven se le investigó por delincuencia organizada, posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Su defensa alegó que la imagen de Félix quedó manchada de por vida y los daños morales provocados no podrían ser remediados.