A pesar de vivir episodios muy dolorosos durante su niñez, Betty Monroe confesó que las experiencias le sirvieron para madurar y crecer como mujer.
En una entrevista para Gustavo Adolfo Infante reveló que su madre es adicta al alcohol y el gusto por tomar terminó con su matrimonio; por lo que desde los doce años tuvo que trabajar para llevar a su casa dinero.
Recordó que al llegar a su casa, tras vender buñuelos afuera de una iglesia, encontró varias veces a su madre inconsciente.
Fue en esa época que conoció por primera vez el amor, pero jamás tuvo una relación con la persona.
Monroe detalló que a sus 16 años se fugó con un novio a Colima, a su regreso su madre la golpeó y la obligó a casarse con el hombre.
Antes de sus 18 años vivió su primer divorcio, ya que descubrió que su marido era adicto a la cocaína.
Su suerte fue cambiando cuando comenzó a modelar y a estudiar actuación en el Centro de Formación de Actores para la Televisión (Cefat) de TV Azteca.
El talento de Betty le permitió sobresalir de sus compañeras de generación y pronto sobresalió en las producciones.