El supuesto vínculo entre el futbolista del Atlas, Rafael Márquez Álvarez, y el presunto narcotraficante Raúl Flores Hernández vuelve a prender los focos de alerta en la Federación Mexicana de Futbol (Femexfut).
La primera ocasión que se habló de la presencia de grupos delictivos en franquicias mexicanas fue en 2004, cuando de forma sorpresiva la Liga decidió desaparecer a los clubes de Primera División Irapuato y Querétaro.
Aunque nunca se dieron a conocer las razones oficiales, trascendió que el propietario de ambos equipos era el narco Tirso Martínez.
El llamado ‘Tío’ fue detenido en 2014 por las autoridades mexicanas, a este personaje se le vinculó con Amado Carrillo y con Arturo Beltrán Leyva.
Un expediente de la Fiscalía de Colombia documentó que grupos ligados al narcotráfico lavaban dinero en los clubes mexicanos de Celaya, Santos, León y Salamanca.
Este caso no pudo ser comprobado, pero Carlos Ahumada, ex propietario de los laguneros y de la fiera fue acusado de recibir dinero de Martínez.
Las divisiones inferiores no están exentas a este mal, tras disputar un juego en la Ciudad de México, el camión que trasladaba al equipo de Segunda División, Mapaches de Nueva Italia fue detenido por elementos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
Los agentes iban por el dueño del club, identificado como Wenceslao Álvarez, quien era presunto integrante de ‘La Familia Michoacana’.
Ahora, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos acusó que Flores Hernández lavaba dinero en el club Guerreros de Autlán de Navarro, el equipo de Tercera División que se cambió de sede años más tarde.
