A partir de que los menores han ido ganando derechos y prácticamente cualquier conducta correctiva hacia ellos puede ser castigable, los docentes deben tolerar malas actitudes, para evitar sanciones.
Esto ha derivado en que el docente se convierta en víctima de bullying a manos de sus propios alumnos.
Hace muchos años (si naciste antes de los 80, seguro te tocó vivirlo) los padres de familia pedían que sus hijos fueran castigados por sus docentes por portarse mal, sin embargo en los últimos años, los profesores que agreden a sus alumnos son sancionados, suspendidos e incluso denunciados.
Lo anterior ha dado pié para que los alumnos aprovechen la situación y maltraten, ofendan o se burlen de algunos de sus maestros. Hermán Robles, especialista peruano en temas de educación, indica que: “Se ha dado tanta importancia a los derechos del niño, pero no a los deberes y por otro lado las normas son muy drásticas para los docentes, que para evitar sanciones, prefieren no corregir el mal comportamiento de los escolares”.
Robles asevera que la queja de los docentes por el maltrato de los escolares es mayor, pero no hay denuncias. “Los alumnos se aprovechan de esta situación y los profesores toleran”, dice.
Por otra parte, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Violencia hacia Maestros realizada en Estados Unidos en 2012, las mujeres presentan una tasa más elevada de intimidación por parte de los estudiantes, misma que en niveles de educación superior llegan incluso al acoso sexual.
Aunque las agresiones son mucho más frecuentes por parte de los estudiantes, esta encuesta también reveló que colegas y padres de familia también suelen participar en el acoso con acciones incluso más violentas que las realizadas por los alumnos. aproximadamente el 40% de los casos nunca son reportados por vergüenza, y la gran mayoría de los reportes no tienen sanciones debido a que los directivos de las instituciones no consideran estas conductas como muestras de violencia.
Estas agresiones llegan a dañar el proceso de enseñanza – aprendizaje al generar un ambiente de hostilidad dentro del salón de clases, por lo que atender puntualmente este problema y crear un mejor ambiente de trabajo puede hacer una diferencia crucial en la salud de los profesores y mejorar el desarrollo académico de los estudiantes de forma significativa.
Escuelas en mal estado, individuos con poca mística para trabajar, armas y drogas dentro de los colegios y bajos sueldos constituyen el caldo de cultivo en el que subsiste el educador de hoy.
De acuerdo con Oscar Misle, director de Cecodap, organización que trabaja en pro de la defensa de los derechos del niño en Venezuela y del adolescente y Hernán Matute, creador de la Cátedra Antidrogas del Instituto Pedagógico de Caracas, el profesorado debe reflexionar sobre su papel en la sociedad. “Pasamos de un extremo a otro: de un maestro que era una figura de autoridad a quien nadie se atrevía a responder o a preguntar, al extremo que ahora los profesores temen a sus estudiantes”.